El Día Mundial contra la Hepatitis Vírica, celebrado el pasado día 28 de julio, es una fecha que busca concienciar sobre esta enfermedad y promover acciones para prevenirla y tratarla de manera efectiva. Hablamos de una inflamación del hígado causada por diferentes virus, y afecta a millones de personas en todo el mundo. Un contexto en el que resulta fundamental destacar el papel crucial que desempeñan los profesionales de Enfermería en la detección, tratamiento y cuidado de los pacientes con hepatitis.

La Enfermería es una disciplina esencial en el ámbito de la salud, ya que juega un papel fundamental en la atención y cuidado de los pacientes. Los profesionales de Enfermería son quienes están en contacto directo con los pacientes, brindándoles cuidados integrales, apoyo emocional y educación sobre la enfermedad. Su labor va más allá de la administración de medicamentos y tratamientos: son los responsables de asegurar el bienestar de los pacientes y velar por su recuperación.

En el marco de la conmemoración del Día Mundial contra la Hepatitis Vírica, entrevistamos a Francisca Arenas González, enfermera de trasplante hepático del Hospital Regional Universitario de Málaga (HRUM). Desde temprana edad, Francisca tenía claro su deseo de convertirse en enfermera, a pesar de las expectativas de su padre de que estudiara Medicina debido a su buen desempeño académico. “Realicé mis estudios en Córdoba, perteneciendo a la 4ª promoción de Diplomados de Enfermería entre 1981 y 1984. Durante ese período, también obtuve el Título de Diploma de Radiología y Electrología, el cual posteriormente convalidé con el Título Oficial de Especialista en Enfermería de Cuidados Médico-Quirúrgicos” explica la colegiada.

Después de completar su formación, Francisca trabajó en el Hospital Infanta Margarita de Cabra desde 1984 hasta 1989, donde guarda gratos recuerdos. “En 1989, comencé a desempeñar mis servicios en la Unidad de Gestión Clínica de Cirugía General y Digestiva, donde formé parte de un equipo de enfermeras comprometidas, jóvenes y solidarias, tanto en el trabajo como en sus actividades sociales fuera del ámbito laboral. Un grupo de enfermeras con las mismas inquietudes y deseo constante de trabajar, investigar, mejorar y lograr una atención de calidad para sus pacientes. A pesar de la alta carga asistencial y la escasez de personal, prevalecía un entusiasmo constante y un buen ambiente laboral, trabajando en equipo con los cirujanos en un enfoque multidisciplinario, hace ya más de tres décadas”.

La enfermera, natural de Córdoba, también cuenta con formación en Metodología de la Investigación para los cuidados, habiendo participado en multitud de congresos y jornadas científicas presentando comunicaciones y ponencias, así como en comités y la elaboración de protocolos. En el año 1997, comenzó su formación en Madrid en el campo del trasplante hepático, un área que siempre le ha atraído. En 2007, fue Investigadora Principal del Proyecto «Efecto de un programa educativo en la fase pretrasplante sobre el déficit de conocimientos al alta hospitalaria postrasplante hepático», financiado por la Consejería de Salud y Consumo.

La consulta de Enfermería de trasplante hepático del Hospital Regional de Málaga se estableció en febrero de 2011, como resultado de los hallazgos obtenidos en el estudio realizado entre 2008 y 2010, que demostraron los beneficios de un programa educativo para los candidatos a trasplante de hígado y sus cuidadores. “Desde aquí destacamos la importancia de potenciar la información y la formación de los pacientes como estrategias para reducir la ansiedad, fomentar el autocuidado, facilitar la adaptación a su nueva condición de salud y mejorar el afrontamiento”.

Además de su trabajo en la consulta, Francisca desempeña el papel de Tutora Clínica en el Departamento de Enfermería de la Escuela de Enfermería y Podología de la Universidad de Málaga. También es Coordinadora Docente de actividades formativas de la UGC y Docente de la Unidad Integrada de Formación. Ha obtenido la Certificación de Competencias Profesionales con nivel Excelente por ACSA. También ha sido revisora de Archivos de la Memoria de la Fundación Index y ha formado parte de comités científicos de varios congresos, demostrando así su compromiso con la investigación y la mejora continua en Enfermería.

Intervención enfermera: cuidado de pacientes con hepatitis vírica

El cuidado de pacientes con hepatitis vírica ha sido una parte significativa de la carrera de Francisca Arenas González. “A lo largo de los años, me he esforzado para brindar la mejor asistencia posible a pacientes y sus familias que son candidatos a trasplante o que ya han sido trasplantados debido a la cirrosis causada por los virus de la hepatitis B y C”.

Un ámbito en el que, según destaca la enfermera, ha habido un cambio significativo desde la introducción de nuevos tratamientos antivirales; muy especialmente en el manejo de la hepatitis C, cuya transmisión se produce principalmente por vía parenteral a través de transfusiones de sangre, hemoderivados y otras prácticas como tatuajes, piercings o manipulaciones dentales sin las debidas medidas de higiene. “En el pasado, los pacientes trasplantados por hepatitis C a menudo experimentaban una recidiva del virus, lo que llevaba a la pérdida del injerto y una disminución en la supervivencia. No había tratamientos eficaces disponibles. Sin embargo, gracias a los avances en los tratamientos antivirales, ahora se logran mejores resultados con menos efectos secundarios y períodos de tratamiento más cortos. Esto ha permitido que los pacientes no progresen a una cirrosis descompensada y puedan convertirse en candidatos para el trasplante”.

Además, como defiende Francisca, “no debemos olvidar que la hepatitis C puede transmitirse de madre a hijo y a través de relaciones sexuales, identificándose en este ámbito un campo importante en el que los profesionales de Enfermería podemos trabajar, brindando información, prevención y detección temprana de la infección”.

En cuanto a la hepatitis B, prosigue la sanitaria, “la transmisión puede ocurrir por contacto con sangre infectada, como el consumo de drogas, la realización de tatuajes o el uso de objetos de higiene personal de personas infectadas. En la actualidad, se realizan trasplantes en pacientes con cirrosis hepática o hepatocarcinoma causados por el virus de la hepatitis B. Después del trasplante, resulta fundamental que los pacientes continúen con el tratamiento antiviral para prevenir la reinfección del nuevo órgano”.

En el caso de la hepatitis A, Arenas González destaca que las principales medidas de prevención se basan en la vacunación, mantener medidas higiénicas adecuadas y cumplir con las normas de seguridad alimentaria. “Es importante informar a las personas sobre las situaciones de mayor riesgo de contagio, como estar en contacto con personas infectadas con hepatitis A o viajar a países de alto riesgo” aclara.

Por último, concluye Francisca, “el virus de la hepatitis D necesita la presencia del virus de la hepatitis B para replicarse. Se transmite por la sangre o contacto con objetos de higiene de personas infectadas, además de transmisión sexual y perinatal. En cuanto a la hepatitis E, nos referimos a aquella enfermedad causada por el virus de la hepatitis E, que suele transmitirse vía orofecal al igual que la hepatitis A. Suele darse en los países en vía de desarrollo a través del consumo de alimentos y agua contaminados.”

En cuanto al papel de los profesionales de Enfermería en la concienciación sobre la hepatitis vírica y la promoción de la detección temprana, Francisca enfatiza la importancia de la educación para la salud y la prevención. “La hepatitis puede tener diversas causas, incluyendo infecciones virales, factores inmunológicos y exposición a sustancias tóxicas como el alcohol y ciertos medicamentos. Por eso, resulta fundamental cumplir con el calendario de vacunación y adoptar las medidas higiénicas adecuadas en situaciones de riesgo” determina la enfermera.

Trasplante hepático en Málaga: una mirada a la evolución de los tratamientos y cuidados

El trasplante hepático en Málaga ha experimentado una evolución significativa a lo largo del tiempo, y esta evolución ha abarcado varios aspectos clave. En primer lugar, aclara la sanitaria, ha habido avances en la selección de los donantes. “Inicialmente, los donantes eran principalmente aquellos con muerte encefálica. Sin embargo, a medida que surgieron escasez de órganos, se introdujo la posibilidad de donantes en asistolia, lo que amplió las opciones disponibles. Además, la ampliación de la edad de los donantes, siempre dentro de las pautas y consensos establecidos por la Organización Nacional de Trasplantes (ONT) y la implementación de protocolos específicos para la donación de órganos.

En cuanto a la selección de los receptores, también se han experimentado mejoras significativas. “A medida que se amplía el rango de edad de los pacientes candidatos, surgen desafíos adicionales relacionados con enfermedades cardiovasculares. Un contexto donde el Comité Multidisciplinario de Trasplantes desempeña un papel crucial en la evaluación exhaustiva de los pacientes y en la consideración de las comorbilidades asociadas. Para asegurar el éxito y seguridad en todo el proceso, se requiere una evaluación rigurosa tanto de los receptores como de los donantes para garantizar resultados óptimos”.

La mejora en la técnica quirúrgica y anestésica también ha sido un aspecto destacado. “Estos avances se traducen en estancias más cortas tanto en la unidad de cuidados intensivos como en el hospital en general, lo que beneficia a los pacientes en términos de recuperación y comodidad” declara Arenas González.

Por último, concluye Francisca, otro aspecto importante es la mejora en el tratamiento, que implica una elección individualizada de la terapia inmunosupresora para cada paciente. “Esto se conoce como -inmunosupresión a la carta-  y tiene en cuenta diferentes factores, como la situación clínica pretrasplante, la indicación del trasplante, las características del donante y los posibles efectos secundarios de los medicamentos inmunosupresores. Aquí es donde la Enfermería desempeña un papel integral en todo el proceso, brindando cuidados y apoyo tanto en el pretrasplante, durante la hospitalización como en el postrasplante”.

Principales desafíos emocionales y psicológicos: ¿Cómo ayudan las enfermeras a combatirlos?

En relación con los desafíos emocionales y psicológicos a los que se enfrentan los pacientes y sus familias durante el proceso de trasplante hepático, Francisca destaca que el perfil de los pacientes puede variar según la causa de su enfermedad hepática. “Algunos pacientes presentan una cirrosis descompensada y su estado de salud se deteriora progresivamente antes del trasplante. En estos casos, la Enfermería asume una labor crucial en la optimización de los cuidados para mejorar su estado nutricional y ayudar en su rehabilitación respiratoria, preparándolos de la mejor manera posible para el trasplante. Además de brindar apoyo y asesoramiento a los cuidadores, quienes asumen una gran responsabilidad en el cuidado del paciente”.

Por otro lado, hay pacientes con cirrosis compensada que se encuentran en mejores condiciones antes del trasplante, generalmente debido a la presencia de un hepatocarcinoma. “El afrontamiento y la aceptación varían entre los pacientes y sus cuidadores, y el papel de la enfermera en todo momento pasa por ayudar a mejorar el afrontamiento, reducir el miedo y la ansiedad, y proporcionar asesoramiento sobre los cuidados necesarios”.

Después del trasplante, concluye la colegiada, “es fundamental que los pacientes sigan el régimen terapéutico prescrito, que incluye el cumplimiento del tratamiento inmunosupresor para evitar el rechazo del órgano trasplantado, así como una alimentación saludable y actividad física, que son aspectos clave para minimizar los efectos cardiovasculares asociados a la inmunosupresión. En este sentido, el papel de la enfermería es fundamental, ya que intervenimos para empoderar a los pacientes y brindarles el apoyo necesario para seguir el plan de cuidados adecuadamente”.

Compromiso y responsabilidad: “lo más gratificante es poder ayudar y acompañar a los pacientes en su camino”

La labor de Francisca Arenas González como enfermera de trasplante hepático destaca por su compromiso y responsabilidad en el cuidado de los pacientes, así como por su participación activa en su proceso. “Lo más gratificante para mí, como enfermera, es poder ayudar y acompañar a los pacientes a lo largo de su camino, sintiendo un crecimiento personal en cada experiencia. Las enfermeras somos clave para la mejora de la práctica clínica, siguiendo la mejor evidencia científica disponible y contribuyendo al avance continuo en el campo del trasplante hepático”.

Sin embargo, Arenas González también recuerda que los profesionales de la salud enfrentan un gran desafío en términos de promoción de la salud. “El síndrome metabólico, la enfermedad del hígado graso no alcohólico y el consumo peligroso de alcohol son problemas crecientes que probablemente aumentarán la incidencia de enfermedades hepáticas. Por lo tanto, es fundamental seguir trabajando en la prevención y concientización para abordar estos problemas de salud desde una perspectiva más amplia” expresa.

En este sentido, concluye haciendo hincapié en el objetivo de la OMS de eliminar las hepatitis víricas de aquí a 2030. “Para lograrlo, ha pedido a los países que fijen metas específicas, como reducir en un 90% las nuevas infecciones por las hepatitis B y C; reducir en un 65% las muertes por cirrosis y cáncer de hígado; diagnosticar al menos el 90% de los casos de hepatitis B y C; y tratar al menos al 80% de las personas que reúnen los requisitos para ello. Para lograrlo, es fundamental movilizar en este viaje final a todas las personas para PREVENIR, DIAGNOSTICAR y DAR ACCESO A LOS CUIDADOS, VACUNAS Y TRATAMIENTO NECESARIO” concluye Arenas.

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