El Colegio de Enfermería de Málaga entrevista a Francisco Javier Muñoz Vela, matrón del Hospital Materno Infantil de Málaga y miembro de la Comisión Deontológica del Colegio de Enfermería de la ciudad.

Francisco Javier Muñoz Vela es un profesional que ha dedicado su vida al cuidado de la salud y el bienestar de las personas. Su impresionante formación académica, que incluye Diplomado en Enfermería, Graduado en Derecho y especialización en Ciencias de la Salud, lo convierten en un experto en su campo, además de un apasionado de la docencia y la investigación. A lo largo de su carrera, ha dejado una huella profunda, trabajando en diversas universidades, impartiendo talleres y seminarios, publicando artículos en revistas científicas y participando activamente en comisiones y grupos de expertos para mejorar la atención sanitaria. Pero, lo que más destaca de él es su dedicación y compromiso como matrón, particularmente en el ámbito de la obstetricia y la ginecología.

En un mundo donde la obstetricia y la ginecología han experimentado una transformación significativa en los últimos años, la humanización y la ética se han convertido en temas centrales. Por ello, conversamos con Francisco Javier, matrón del Hospital Materno Infantil de Málaga y miembro de la Comisión Deontológica del Colegio de Enfermería de Málaga, sobre la importancia de la humanización en la atención sanitaria, específicamente en la atención perinatal.

P: A su parecer, ¿cuáles son los mayores desafíos que enfrentan los profesionales de la obstetricia y la ginecología en la actualidad? ¿Cómo cree que la tecnología está cambiando la atención sanitaria en obstetricia y ginecología? ¿Qué oportunidades y desafíos plantea?

R: Los derechos de la mujer durante la asistencia al parto están siendo actualmente objeto de un intenso debate social, político y jurídico. En los últimos años han ido prosperando multitud de iniciativas presentadas por diversos organismos como Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad, organismos sin ánimo de lucro o asociaciones profesionales con el objeto de hacer efectivo un estatuto jurídicamente legitimado, el estatuto de la mujer durante la asistencia al parto.

Uno de los mayores desafíos que enfrentan los profesionales de la Obstetricia y la Ginecología es el contraste existente entre los deseos de las mujeres gestantes que buscan una asistencia menos medicalizada, pero con todas las garantías basadas en evidencia científica y el uso de una medicina defensiva por parte del profesional sanitario.

Tradicionalmente desde que la asistencia al parto pasó a ser un hecho hospitalario, ya sea atendido por una matrona o por personal médico se considerada una situación de medio o alto riesgo y la utilización de instrumentos de control, la medicalización o el empecinamiento terapéutico han sido parte de la asistencia. En este contexto, Caldeyro-Barcia (1981) “padre de la monitorización fetal” afirmó: “yo desarrollé las máquinas para ayudar a las pocas mujeres que tienen dificultades en el parto y no para poner a todas mujeres de parto en dificultades”.

La asistencia al parto procede de una asistencia rutinaria, sistemática, burocrática contando escasamente con los deseos de la mujer gestante. Tras los últimos estudios científicos realizados, la evidencia científica ha considerado innecesarias u obsoletas determinadas actuaciones rutinarias que van siendo desterradas de la practica asistencial de rutina a veces generadas por una mal entendida practica de medicina defensiva lo cual, según señala Muñoz Vela, no deja de constituir una infracción del Art. 4 apartado 7 b) de la Ley Ordenación Profesionales Sanitarias (en adelante LOPS) donde se recoge como principio general de las actuaciones profesionales a la evidencia científica, por otro lado, una medicina defensiva o un exceso de intervencionismo supone una situación de stress añadido a la mujer durante el proceso de embarazo, parto y puerperio.

Ante el panorama expuesto, estamos propiamente ante un contexto en el que existen un elevado nivel de judicialización ante resultados clínicos no positivos a veces insalvables, ello puede implicar la imposición de grandes limitaciones a los principios de autonomía y dignidad.

Por todo ello, los cambios en la práctica asistencial y en la organización de los servicios de salud han generado en el profesional sanitario multitud de dudas en cuanto a la interpretación de sus obligaciones, que junto a la judicialización de la medicina ha interferido generando una mala entendida relación terapéutica entre profesionales y usuarias, aquella que se basa en la falta de confianza junto al uso indiscriminado de técnicas diagnósticas o terapéuticas fruto de una medicina defensiva constituyendo todo ello un caldo de cultivo para generar situaciones de conflicto entre profesionales y usuarias que terminan en los tribunales. La obstetricia ha pasado a ser la quinta especialidad médica que más litigios genera.

P: ¿Qué papel desempeña la humanización en la atención obstétrica y ginecológica? ¿Podría indicarnos algunas prácticas que implemente en su trabajo para ayudar a mejorar la humanización en este ámbito?

R: Con el término “humanización” se ha tratado, entre otros objetivos, de visualizar la necesidad de evolucionar hacia un modelo de relación usuario-profesional sanitario que genere una mayor satisfacción entre las mujeres gestantes durante el periodo perinatal.

Tradicionalmente se distinguen varios modelos de relación clínica en base al nivel de participación del paciente en la toma de decisiones y, por tanto, dando lugar a distintos roles que profesional y usuario asumen. El tipo de relación que se establezca variará en función de la situación clínica y de los deseos del profesional y usuaria.

Modelo clásico paternalista, modelo decisión informada y modelo toma de decisiones compartidas (en adelante TDC). Los diferentes modelos no son estáticos e inamovibles, sino que puede existir una alternancia entre un modelo u otro en distintos momentos de la relación clínica.

Por otro lado, en los últimos años siguiendo la misma corriente, las mujeres se han asociado y han creado organizaciones a través de las cuales cuestionan la medicalización y la deshumanización de la asistencia al parto, elaboran informes o instan a la administración sanitaria a legislar siguiendo como principios informadores el derecho a la dignidad, el derecho a la autonomía o el derecho a la información

Mediante la TDC el profesional de la salud explora a través de sus habilidades de comunicación cuales son las creencias, motivaciones, expectativas, miedos o inseguridades por un lado y, por otro, aporta sus conocimientos científicos con el objetivo de permitir a la mujer tomar la mejor decisión posible al valorar el mayor beneficio neto entre las distintas opciones disponibles. En este sentido la Organización Mundial de la Salud en los últimos 20 años ha creado una serie de publicaciones o recomendaciones con el objetivo de potenciar una asistencia basada en evidencia científica y, así, generar una atención de calidad con el empoderamiento de la mujer a través de la toma de decisiones compartidas como piedra angular en el actuar profesional.

Por todo ello, desde el Colegio y desde la Comisión de Ética y Deontología se insiste en la importancia de la formación continua y la actualización constante de los conocimientos y habilidades de los profesionales tanto a nivel técnico como de habilidades de comunicación. Desde la Comisión Deontológica del colegio profesional se está trabajando en ofrecer a los colegiados una formación actualizada en la humanización sanitaria con varias fórmulas formativas: conferencias, cursos, jornadas.

P: ¿Qué iniciativas o proyectos destacaría como ejemplos de buenas prácticas en obstetricia y ginecología? ¿Qué se puede aprender de ellas?

R: Actualmente, existen diferentes iniciativas a nivel de gestión y organización sanitaria a lo largo del territorio nacional que buscan crear espacios diferenciados arquitectónicamente para la atención obstétrica de mujeres de alto y bajo riesgo.

El objetivo fundamental de dicha separación arquitectónica en la atención es el de evitar manejar a los embarazos de bajo riesgo con un alto nivel de medicalización, lo cual puede según la evidencia disponible, potenciar un exceso de intervencionismo que no parece mejorar los resultados perinatales.   

P: ¿Qué consejos daría a las mujeres embarazadas para que se sientan más seguras y empoderadas durante el parto?

R: El uso de una herramienta dinámica y que puede ayudar a la comunicación y a generar una confianza con el profesional sanitario, el Plan de Parto. Durante el proceso de la asistencia al parto, las mujeres y los profesionales sanitarios se enfrentan continuamente a situaciones en las que existen diferentes opciones terapéuticas igual de eficaces y seguras. El plan de parto y nacimiento es un documento escrito a través del cual se recoge la voluntad y preferencias de la mujer gestante que debe de servir de orientación al profesional responsable durante la asistencia al parto.

Dicho documento no puede sustituir la obligatoriedad de proporcionar información veraz, actualizada y personalizada como parte de los deberes de los profesionales sanitarios tal y como señala Ley Básica Reguladora de la Autonomía del Paciente Art.4 sobre el derecho a la información asistencial. Sin embargo, si puede ayudar a la mujer gestante a manifestar y compartir con los profesionales sanitarios, preferencias o expectativas que puede contribuir a alcanzar una experiencia satisfactoria a la vez que segura. 

P: ¿Cómo cree que la ética y deontología influye en la atención sanitaria en obstetricia y ginecología? ¿Por qué decidiste formar parte de la Comisión Deontológica del Colegio?

R: Ciertamente, la importancia teórica y práctica del modelo de relación establecida entre profesional y usuaria del sistema sanitario resulta más que evidente. La legislación sanitaria reconoce al nacimiento unas características especiales diferenciadas del resto de procesos sanitarios al ser un proceso natural donde entran en juego características psicológicas, emocionales o afectivas

Mediante la ética y más concretamente mediante los principios bioéticos se abordan e intenta dar una respuesta práctica a los conflictos reales de la asistencia clínica y relaciones sanitarias.

Los principios bioéticos no están jerarquizados ni son reglas específicas, sino que obran como bases sobre las cuales el conjunto normativo (en caso de la mujer embarazada, el estatuto de la mujer embarazada) pueden ser interpretadas o criticadas, y según señalan Beauchamp & Childress, podemos afirmar que son de obligado cumplimiento “prima facie”, por tanto, podríamos decir que son un requisito “sin qua non”.

Los principios y normas bioéticos, como fundamento de las normas específicas, deben ser interpretados de forma integradora. Podemos observar, en relación a la asistencia al parto, cómo una mujer gestante es capaz deliberar acerca de sus propios valores y convicciones y de actuar en sentido al respeto de dichos valores.

No obstante, todo lo dicho tiene muy poca trascendencia si la relación de confianza a la que venimos aludiendo no queda vinculada a su derecho a decidir sobre sus opciones vitales, terapéuticas o diagnósticas disponibles, asumiendo las consecuencias de su decisión, el derecho de toda persona a su autodeterminación física.

Finalmente, mi participación como vocal en la comisión deontológica me está permitiendo intercalar dos aspectos de mi formación que me apasionan como son la Enfermería y el Derecho.

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