En el corazón de la Semana Europea de la Prevención del Cáncer de Cuello Uterino, nos sumergimos en una profunda exploración de la realidad que impacta a innumerables mujeres. Desde el Colegio de Enfermería de Málaga abordan la importancia de la prevención y la detección temprana de esta patología, guiados por la experiencia de Cristina Gema Cobo Simó, vocal matrona del Colegio y enfermera obstétrico-ginecológica con una amplia trayectoria en el cuidado de la salud de las mujeres.

En el marco de la Semana Europea de la Prevención del Cáncer de Cuello Uterino, desde el Colegio Oficial de Enfermería de Málaga dedican este espacio a abordar una realidad que afecta a muchas mujeres. En concreto, se suman al importante ámbito de la concienciación sobre esta patología, destacando la importancia de la prevención y detección temprana. En este artículo, exploramos la relevancia de esta profesión, en particular de las enfermeras especialistas en Obstetricia y Ginecología, en el abordaje integral del cáncer de cuello uterino.

Cáncer de Cuello Uterino: una mirada integral

El cáncer de cérvix es una patología que afecta el cuello del útero, siendo una de las principales causas de mortalidad en mujeres a nivel mundial. Suele desarrollarse a partir de infecciones por el virus del papiloma humano (VPH) y, en sus etapas iniciales, puede no presentar síntomas evidentes. Un contexto donde resulta crucial destacar que, gracias a los cribados y la detección temprana, este tipo de cáncer es altamente tratable.

Hoy, hablamos con Cristina Gema Cobo Simó, vocal matrona del Colegio y enfermera especialista en Obstetricia y Ginecología con amplia experiencia que presta sus servicios en el Hospital Materno Infantil de Málaga para abordar la importancia de su intervención en el ámbito de la prevención y la detección temprana. “El cáncer de cuello uterino y la infección por el virus del papiloma humano constituyen un significativo desafío de salud pública. En este contexto, la matrona emerge como el profesional de referencia para abordar estas problemáticas, desplegando estrategias de prevención primaria y colaborando de manera activa en la prevención secundaria”, detalla la profesional.

Las enfermeras especialistas en Obstetricia y Ginecología son figuras esenciales en la prevención y cuidado del cáncer de cuello uterino. Su proximidad con las pacientes y su conocimiento en salud integral las convierte en pilares fundamentales, desde la educación sobre la importancia de los exámenes de detección hasta el apoyo emocional durante el proceso. “Dentro de las competencias de estas enfermeras especialistas, se encuentra el desarrollo de actividades necesarias para la detección precoz del cáncer de cuello uterino, junto con la impartición de la educación sanitaria esencial en este ámbito. Destaca tres vías fundamentales para la prevención del cáncer cervical: el uso de preservativos, la vacunación contra el Virus del Papiloma Humano (VPH) y la participación en los programas de cribado del virus del papiloma humano” explica Cristina.

Un enfoque crucial en la prevención

Como hemos comentado, la causa principal de esta patología es la infección persistente por el VPH, el cual se contrae generalmente a través de un contacto sexual. “Aproximadamente el 80% de las mujeres que contraen el VPH experimentan su desaparición, sin embargo, en un 10% o 15% de los casos persiste, aumentando el riesgo de desarrollar cáncer de cuello uterino. Dada la naturaleza de este cáncer, que requiere más de 10 años para desarrollarse, se dispone de un período extenso para su detección, tratamiento y curación. Notablemente, esta infección suele ser asintomática, por lo que el cribado se convierte en la única vía para identificar su presencia”.

No obstante, como señala Cristina, “los programas de cribado para el cáncer de cuello uterino han experimentado cambios significativos en poco tiempo, impulsados por los avances en el conocimiento científico sobre el agente causal, el VPH, y el desarrollo de nuevos métodos de detección”. Desde citologías convencionales cada tres años, se ha progresado hacia estudios citológicos en medios líquidos, como el Co-Test, con una frecuencia de cada cinco años. Actualmente, se implementan citologías en un grupo específico de la población y cribado con pruebas del VPH para otro sector poblacional. “Esta evolución se refleja también en los enfoques de tratamiento, abarcando desde las lesiones precursoras precancerosas hasta las distintas etapas del cáncer de cuello uterino” añade la enfermera especialista.

Brindando soporte emocional

Un contexto en el que Cristina destaca la importancia del apoyo emocional, especialmente durante el proceso de diagnóstico. “Es común experimentar una variedad de emociones al recibir el diagnóstico de cáncer de cuello uterino. Como profesionales de referencia, contamos con la habilidad, las competencias y la responsabilidad de apoyar a las pacientes en la gestión de estos cambios en sus vidas. Nuestra labor implica informar sobre los ajustes que puedan surgir y proporcionar recursos disponibles, siendo un respaldo integral a lo largo de todo el proceso” prosigue Cobo Simó.

Una atención por parte de las enfermeras que se extiende más allá de los diagnósticos y tratamientos, abrazando el bienestar holístico de las pacientes y brindando esperanza. “El cáncer de cuello uterino tiende a manifestarse en mujeres en edad reproductiva, lo cual nos insta a informar y brindar opciones para preservar la fertilidad, una tarea que está dentro de nuestras competencias profesionales. La afectación en la salud sexual, la imagen corporal, y los sentimientos asociados a la estigmatización y la culpa nos motivan a ofrecer la participación en grupos de apoyo y facilitar la derivación al equipo de salud mental como parte integral de nuestro compromiso en el cuidado de las pacientes”.

Cada año, en España se diagnostican cerca de 2.000 nuevos casos de cáncer de cérvix de útero; de lo que se estiman que entre 300 y 400 son en Andalucía. Sin embargo, a pesar de estas cifras, Cristina Gema Cobo Simó brinda un rayo de esperanza. “Aproximadamente, un 65% de ellas logrará superar la enfermedad, gracias a las tasas de supervivencia que se sitúan entre las más altas en los tumores femeninos. Es crucial comprender que el cáncer de cuello uterino, a menudo diagnosticado en mujeres jóvenes entre los 35 y 50 años, tiene como principal desencadenante al VPH, aunque factores de riesgo adicionales como el tabaquismo, la inmunosupresión y la coinfección por otras enfermedades de transmisión sexual también juegan un papel relevante”.

Por todo ello, la enfermera concluye con un llamamiento a la concienciación y la continua apuesta por estrategias de prevención primaria para controlar esta problemática de salud pública. “Nuestra labor va más allá de tratar la enfermedad; implica empoderar a las mujeres con conocimientos que les permitan prevenir y gestionar su salud de manera activa. En este compromiso compartido de todos, debemos forjar un camino hacia un futuro más saludable y consciente para todas las mujeres”.

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