En el marco de la Semana Mundial del Agua, el Colegio de Enfermería de Málaga se suma a la celebración, resaltando la trascendental importancia del agua y la hidratación para el bienestar general. El agua, un recurso esencial, desempeña un papel fundamental en el funcionamiento óptimo de nuestro organismo. Su consumo adecuado resulta crucial para mantenernos saludables y prevenir diversas afecciones. Funciona como un solvente universal, transportando nutrientes, depurando toxinas y regulando la temperatura corporal. Además, incide en el adecuado funcionamiento de los órganos, la lubricación articular y la operación eficiente del sistema digestivo.
En este contexto, el Colegio entrevista a Francisco Miguel Doña López, un destacado enfermero especialista en Enfermería Familiar y Comunitaria, cuya formación se culminó en la Universidad de Málaga en 2019. A lo largo de la pandemia de 2020-2022, Francisco se ha especializado en el ámbito de Enfermería Familiar y Comunitaria en el distrito de Málaga, y actualmente desempeña su labor como enfermero de familia en el centro de salud de Antequera.
La inquietud por ayudar a los demás y comprender sus necesidades ha sido una constante en la vida de Francisco desde su infancia. Aunque no percibía inicialmente una vocación en la Enfermería, fue la experiencia de cuidar a su padre durante una larga enfermedad en su adolescencia lo que despertó su interés por esta profesión. “La posibilidad de establecer relaciones de apoyo, interactuar de manera cercana con los pacientes y fungir como un referente de salud, así como empoderar a las personas en la toma de decisiones sobre su bienestar y llevar a cabo acciones de prevención y promoción de la salud, fueron aspectos que capturaron profundamente mi atención”.
En esta entrevista, exploraremos cómo la hidratación adecuada puede prevenir problemas de salud comunes, como la deshidratación, los cálculos renales y los trastornos gastrointestinales. Además, abordaremos la relevancia de mantener una hidratación adecuada en distintas etapas de la vida, desde la niñez hasta la vejez. «La enfermería se convirtió en mi camino hacia el cuidado y la promoción de la salud. A través de esta profesión, encuentro la oportunidad de brindar ayuda y apoyo a las personas en diferentes etapas de sus vidas, lo cual me motiva profundamente», confiesa Francisco.
P: ¿Cuál es la importancia del agua y la hidratación para nuestro organismo y cómo influye en su funcionamiento óptimo?
R: El agua es el principal e imprescindible componente del cuerpo humano. Se estima que, al nacer, el cuerpo humano está constituido por un 75% de agua, dicho porcentaje se reduce hasta el 60% en la etapa adulta.
La mayor parte del agua se encuentra dentro de nuestras células que cumplen funciones vitales. Es decir, todos los órganos vitales contienen agua y sin ella nuestro cerebro, corazón o pulmones no podría realizar sus funciones orgánicas.
Algunas de las funciones vitales en las que el agua actúa en nuestro organismo son:
- Control de la temperatura de nuestro cuerpo mediante el sudor.
- Transporte de nutrientes
- Es un componente fundamental de la sangre
- Ayuda en las reacciones químicas del cuerpo.
Y un largo etcétera más.
El cuerpo humano no almacena el agua por lo que cada día debemos de garantizar una cantidad determinada de líquido (entre 2,2 y 3 litros al día). Para cualquier persona la sed es una guía adecuada para tomar agua, excepto en los bebes, deportistas y la mayoría de personas ancianas y enfermas.
P: ¿Cuáles son los principales beneficios de una adecuada hidratación y cómo puede prevenir problemas de salud comunes, como la deshidratación, los cálculos renales y los trastornos gastrointestinales?
R: El principal beneficio de una adecuada hidratación es conseguir que nuestro organismo este dotado de la suficiente agua para que nuestras células sean capaces de poder realizar nuestras funciones vitales. Otros de los principales beneficios es eliminar las sustancias de desecho a través de la orina, transpiración o heces.
Los cálculos renales se forman a partir de complejos mecanismos que llevan a la formación de un cálculo en el tracto urinario. Existen factores de riesgo no modificables como son los antecedentes familiares, etnia, edad y género entre otros y por otro lado los factores de riesgo modificables en los que se encuentra los hábitos de vida saludable.
La deshidratación crónica es un factor de riesgo confirmado para la formación de cálculos renales. Se debe a que sujetos con un menor volumen de orina se relaciona directamente con un aumento de riesgo de padecer cálculos renales.
Los trastornos gastrointestinales también deben de tener cierta relevancia ya que algunos de sus síntomas como diarrea o vómitos provocan en el individuo una mayor pérdida de fluidos y por consiguiente un aumento de requerimientos hídricos.
P: ¿Existen diferencias en los requerimientos de agua en diferentes etapas de la vida, desde la infancia hasta la edad adulta y la vejez?
R: Como previamente hemos explicado, la sed es el mecanismo que tiene nuestro cuerpo para conseguir mantenerse hidratado. No en todas las etapas de la vida este mecanismo funciona de la manera adecuada.
- En los lactantes el riesgo de deshidratación aumenta por lo que el aporte de agua es mayor en comparación a su tamaño. Debido a su tasa de metabolismo y la inmadurez de algunos de sus órganos, los niños son más vulnerables a desequilibrios de líquido y electrolitos.
- En los niños desde los 2 a los 9 años el incremento de requerimiento hídrico aumenta solo del 5% al 10%. Hay que tener en cuenta que, en los niños, el ejercicio físico ocupa gran parte de su ocio. Los requerimientos hídricos que ocasiona el ejercicio físico varían en cada niño condicionado por edad, sexo, estado físico o duración de la actividad y por factores externo como temperatura o humedad.
- Adultos: Con el paso de los años disminuye el porcentaje de masa muscular en nuestro cuerpo en favor de la masa grasa que aumenta y por lo tanto, disminuye la proporción de agua del organismo, representando tan sólo el 60% en hombres y el 50% en mujeres. En condiciones basales, existen unos requerimientos estándares, que pueden cifrarse en torno a los 30 mL/kg de peso/día, o aproximadamente en 1 mL por cada kilocaloría ingerida. Aunque el balance hídrico está muy determinado por factores intrínsecos (edad, comorbilidades, actividad física…) y factores extrínsecos (temperatura ambiental, fármacos…).
- En la vejez el sistema de regulación de la temperatura corporal y del equilibrio hidro-electrolítico se ve alterado, se ralentiza y no cumple correctamente su función.
La sensación de sed tarda en aparecer, aunque el organismo necesite líquidos, se sacia con una cantidad menor de la requerida. Por este motivo, en muchos casos cuando al anciano le aparece una gran sensación de sed se dice que la deshidratación ha comenzado.
P: ¿Qué consejos prácticos podría dar a las personas para asegurar una hidratación adecuada en su día a día?
R: Se podrían dividir en las siguientes recomendaciones:
- Consumir entre 2 y 2,5l de líquidos al día, sumándole una dieta variada y equilibrada junto con alimentos rico en agua como pueden ser frutas o verduras (sandia, melón, zanahoria, pepino)
- No esperar a tener sed para beber agua.
- Prestar atención a situaciones que puedan favorecer la deshidratación como el calor, la sequedad ambiental o procesos agudos como fiebre, vómitos o diarrea.
- Controlar la cantidad de líquidos que tomamos con una botella o recipiente para contabilizar la ingesta diaria.
- Ingerir líquidos de forma diferente al agua como pueden ser infusiones, sopas, agua con limón… Controlar la ingesta de bebidas azucaradas debido a la alta cantidad de azúcar y calorías.
- No realizar actividad física o exposición exagerada al sol en horas centrales de días calurosos.
- Hidratarse antes, durante y después de realizar ejercicio físico.
- Las comidas copiosas requieren un aporte suplementario de bebida.
- Limitar el consumo de bebidas alcohólicas: las bebidas alcohólicas no evitan la deshidratación e incluso pueden llegar a empeorarla
P: ¿Cómo podemos identificar los signos de deshidratación?
R: La deshidratación ocurre cuando las pérdidas no son compensadas con la ingesta de líquido provocando un déficit de agua y electrolitos. El grado de deshidratación va a acorde a la aparición de signos y síntomas que refleja la pérdida de fluidos.
En el comienzo de la deshidratación no se evidencia ningún signo ni síntoma de la misma. A medida que la deshidratación aumenta los síntomas se van desarrollando. Inicialmente aparecen sed, sequedad bucal, comportamiento cansado o irritable, la piel pierde turgencia, ojos hundidos y fontanelas hundidas (en los bebés)
En la deshidratación grave, los efectos son más relevantes. El paciente puede desarrollar un shock hipovolémico incluyendo disminución de la conciencia, falta de producción de orina, extremidades frías, húmedas e incluso azuladas, pulso débil y rápido, presión arterial baja o indetectable. Si esta situación no se revierte con una hidratación inminente acarreará la posible muerte.
Reconocer dichos signos y síntomas además de tener especial precaución en los grupos vulnerables. Existen patologías crónicas como diabetes, fibrosis quística o problemas renales y procesos agudos como vómitos o diarrea que aumentan el riesgo de deshidratación.
P: En términos de promoción de la salud, ¿cuál es el papel de los profesionales de enfermería en la educación y concienciación sobre la importancia del agua y la hidratación?
R: Como enfermeras y especialmente el papel de la enfermera especialista en familiar y comunitaria (EFyC) tenemos un lugar privilegiado en el sistema sanitario para poder educar a la población y concienciar de la importancia de una buena hidratación. La enfermera de familia aporta cuidados a la familia, de manera integral y longitudinal, y a la comunidad en su entorno.
El consejo oportunista es una de las grandes bazas que tenemos, cuando el paciente acude al centro de salud o acudimos a su domicilio por algún problema de otra índole, es un gran momento para explicar la importancia de una buena hidratación, identificar a los grupos vulnerables y explicar posibles consecuencias de una hidratación inadecuada.
Durante las actividades comunitarias en centros educativos, asociaciones de vecinos, hogar del jubilado o espacios deportivos existe la posibilidad de concienciar a la población de la hidratación y la importancia del agua.
Desde 2004 se lleva a cabo el Plan Andaluz para la Prevención de los Efectos de las Temperaturas Excesivas sobre la Salud coordinado por la conserjería de salud junto al ministerio de salud. Cuyo objetivo es reducir el impacto sobre la salud de la población de las temperaturas de calor extremas. El Plan está activo desde el 16 de mayo hasta el 30 de septiembre de cada año, con opción de aumentar el plazo si fuera necesario.
Las poblaciones dianas son las personas mayores de 65 años; los enfermos crónicos; las personas que toman un medicamento que pueda influir en la adaptación del organismo al calor como psicótropos, antidepresivos, hipotensores, anticolinérgicos y diuréticos; así como los niños menores de cuatro años, los lactantes y el personal incluido en el Proceso Asistencial Integrado del trastorno mental grave.
Se establecen así los niveles de alerta en cada provincia, que son ‘Nivel 0’ o de ausencia de riesgo, representado con el color verde; ‘Nivel 1’ o de bajo riesgo, representado con el color amarillo; ‘Nivel 2’ o de riesgo medio, representado con el color naranja; y ‘Nivel 3’ o de alto riesgo, representado con el color rojo.
Desde Atención Primaria se realiza la captación valoración de las personas en situación de riesgo por las Enfermera Gestora de Casos y Enfermeras de Familia, para su posterior seguimiento en sus domicilios y la inclusión en el Plan. Dichos pacientes tendrán un seguimiento proactivo por parte de Salud Responde.
Bibliografía
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