La obesidad es mucho más que una cuestión de apariencia física; es una enfermedad crónica con efectos adversos graves en la salud, que incluyen diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares, hipertensión, enfermedad hepática grasa no alcohólica y más. La prevención y la educación nutricional son esenciales para abordar esta enfermedad y sus efectos a largo plazo. En este contexto, las enfermeras desempeñan un papel crucial en la promoción de hábitos alimentarios saludables y la prevención de la obesidad y enfermedades relacionadas.

Con motivo de la celebración del Día Nacional de la Persona Obesa, que se ha celebrado el 14 de diciembre, desde el Colegio de Enfermería de Málaga entrevistan a Inmaculada Ramírez Sánchez, enfermera de la Unidad de Endocrinología del Hospital Universitario Virgen de la Victoria para explorar su compromiso y perspectivas sobre la lucha contra la obesidad, además de abordar la contribución directa de la profesión enfermera en la promoción de estilos de vida saludables.

Entrevista:

Cuidando entre servicios especializados

Inmaculada se graduó en Enfermería en 1991, acumulando más de tres décadas dedicadas al ejercicio de esta encomiable profesión. «He dedicado 32 años de mi vida al ejercicio de la Enfermería. Aunque no fue mi elección inicial al embarcarme en mis estudios sanitarios, una vez inmersa en la disciplina, no puedo sino reconocer que surgió en mí una profunda inquietud por el cuidado del paciente y la búsqueda constante de una calidad asistencial excepcional. Estos valores han sido las premisas fundamentales que me han impulsado a perfeccionar continuamente mi trayectoria profesional».

La Enfermería requiere gran capacidad de adaptación y habilidad para el aprendizaje, características que Inmaculada ha demostrado a lo largo de los años. «Aunque mi enfoque no se ha limitado exclusivamente a la nutrición, siempre he sentido un profundo interés por este campo, al considerarlo un pilar fundamental para la salud de todos. Hace ocho años, decidí fortalecer mis conocimientos en nutrición a través de la realización de un máster online, con el objetivo de asegurar un servicio que se alinee con las necesidades de mis pacientes. A lo largo de mi carrera, me he desempeñado en diversos servicios especializados, abarcando desde urgencias hasta quirófano como enfermera de área quirúrgica, y actualmente ejerzo como enfermera de endoscopia”.

Para Inmaculada, este cambio de servicios a lo largo de los años ha sido algo complejo, aunque siempre estimulante y motivacional. «La rutina prolongada en un mismo servicio puede conducir a la complacencia y a establecer una zona de confort. En mi caso, sin embargo, mi motivación siempre ha sido impulsada por un afán constante de mejora y la búsqueda de oportunidades para ampliar mis conocimientos. Para mí, la posibilidad de evolucionar y adquirir nuevos saberes ha sido siempre más estimulante que la idea de mantenerme en una labor rutinaria a lo largo del tiempo”.

Fue esa experiencia y disposición a enfrentar nuevos desafíos lo que llevó a la colegiada malagueña a trabajar en nutrición. «Al hablar de mi ingreso en la Unidad de Endocrinología, es necesario mencionar al Dr. Pinzón, una figura que destaca tanto por su excelencia profesional como por su calidad humana. Fue mi profesor en la facultad y hemos mantenido un contacto laboral continuo desde entonces. Fue él quien me propuso, basándose en mi perfil, liderar esta consulta endocrina. Mi experiencia rotando por diversos servicios especializados me proporcionó una visión integral del paciente, lo que facilitó un abordaje completo de la obesidad. Desde el principio, conté con el respaldo de la dirección de Enfermería y del hospital, quienes depositaron plena confianza en mí para llevar a cabo este proyecto, brindándome todas las facilidades a su alcance”.

La obesidad, un problema de salud pública

La obesidad es uno de los principales problemas de salud a nivel mundial, según alerta Inmaculada. «Es un factor de riesgo para el desarrollo de otras enfermedades, además de responsable de la mortalidad en la edad adulta, influyendo factores ambientales, genéticos, neurológicos y endocrinos. La incidencia está aumentando exponencialmente, especialmente en la población adolescente, lo que es un problema importante a abordar y con el cual los profesionales sanitarios debemos estar sensibilizados, independientemente de la unidad en la que ejerzamos”.

La realidad es que una persona con obesidad se encuentra ante numerosas dificultades, desde la incorporación de nuevos hábitos alimenticios hasta la necesidad de iniciar una práctica regular de ejercicio. “En nuestro programa de educación nutricional, identificamos que los factores que más inciden en la ausencia a consultas y la falta de adherencia suelen estar vinculados, en su mayoría, a horarios laborales, responsabilidades familiares, limitaciones económicas, falta de motivación y obstáculos en el desplazamiento”.

Por otro lado, destaca Inmaculada, «enfrentamos diariamente un desafío significativo en una sociedad saturada de estereotipos impulsados por la rapidez de las nuevas tecnologías. Nuestro objetivo, como enfermeras educadoras en nutrición, no es guiar al paciente hacia la talla 38 de Zara, sino más bien, motivar la búsqueda de la salud, fomentar la adopción de hábitos de vida saludables y enseñar a disfrutar de la vida de la manera más plena y saludable posible».

Y es que las enfermeras son defensoras clave en la lucha contra la obesidad. Su labor abarca la educación nutricional, la evaluación individual, el asesoramiento personalizado, el apoyo a pacientes con sobrepeso u obesidad, y la promoción de cambios en el estilo de vida que favorezcan la salud. «Desde el ámbito de la Enfermería, en estrecha colaboración con otros profesionales de la salud, adoptamos un enfoque integral para abordar la obesidad, sometiendo nuestro programa a una evaluación continua para ajustarlo a las cambiantes necesidades de los pacientes. Actualmente, disponemos de una consulta en la Unidad especializada de San José Obrero en Málaga, donde hemos consolidado el programa en dos actos únicos que se desarrollan a lo largo de un día completo”.

Primera consulta y taller grupal

«En primer lugar, citamos al paciente a una primera consulta individual, a la que pueden venir acompañados si lo desean, donde valoramos los niveles antropométricos, les realizamos una entrevista personal, y negociamos el abordaje de los cambios de hábitos, para que sea lo más cómodo posible para ellos», explica la enfermera.

Posteriormente, ese mismo día y para crear mayor adherencia, todas las personas que acuden a esta valoración se quedan en el salón de actos del hospital, donde reciben un taller grupal de formación, desarrollado por la enfermera. «Durante esta jornada, buscamos proporcionar información esencial, básica y universal para todos los pacientes que enfrentan esta problemática. Abordamos, entre otros temas prioritarios, las comorbilidades, los factores de riesgo asociados, brindamos orientación sobre cómo modificar hábitos de vida, y ofrecemos recomendaciones para establecer una dieta que equilibre las calorías con la actividad física diaria personal de cada individuo”.

Son unas jornadas de gran utilidad, señala Inmaculada, «por un lado, fortalecen la confianza del paciente en el profesional sanitario debido a la proximidad de la iniciativa en la que todos compartimos experiencias similares, lo que proporciona el apoyo necesario. Por otro lado, fomentan la empatía entre los participantes al enfrentar desafíos comunes, generando conexiones significativas que les permiten respaldarse mutuamente y construir vínculos sólidos para afrontar la obesidad.»

Segunda consulta y seguimiento

En un contexto posterior, prosigue la sanitaria, «llevamos a cabo una segunda cita, e incluso en algunas ocasiones, implementamos un seguimiento telefónico para un control más exhaustivo. Durante esta segunda consulta, se realiza una nueva evaluación que se compara con la inicial, y simultáneamente, se proporciona un segundo taller de formación. En esta segunda visita, el contenido es más especializado, ya que el paciente se encuentra más motivado, verificando así su capacidad real para alcanzar los objetivos establecidos en el programa”.

Un proceso en el que la coordinación entre los compañeros resulta vital. «En nuestra unidad, todos los profesionales trabajamos de manera colaborativa y multidisciplinaria, respaldándonos mutuamente como un equipo cohesionado. Mantenemos reuniones periódicas y contamos con la valiosa colaboración de destacados profesionales de la medicina, la psicología, la cirugía bariátrica, entre otros. Esta colaboración integral es fundamental, ya que sin ella sería imposible alcanzar nuestros objetivos”.

De hecho, el éxito de la implicación de los profesionales de nutrición del Hospital Virgen de la Victoria es tan notable que, según la última evaluación, todos los pacientes lograron mejorar significativamente su salud. «El programa demuestra ser realmente eficaz y contribuye a que las personas transformen sus hábitos de vida. Esta semana, durante la segunda evaluación, todos los participantes habían logrado reducir un 5% de su masa corporal. Incluso, uno de ellos compartió entusiasmado un video realizando actividad física, caminando por la calle durante la noche, algo a lo que nunca se había comprometido previamente”.

La sensibilidad y la educación; por bandera

En cualquier caso, como advierte Inmaculada, “el enfoque de la obesidad demanda una gran sensibilidad, ya que los pacientes suelen llegar con prejuicios, iniciando la consulta con excusas, miedos y cierto rechazo. Por ello, es crucial que los profesionales estemos profundamente sensibilizados con la situación única de cada paciente, abordándola de manera integral, empática y profesional”.

Además, para la profesional, la clave se encuentra en utilizar la educación como arma para prevenir los trastornos de alimentación. «En mi perspectiva, el éxito para abordar este creciente problema de salud pública radica en intervenir desde edades tempranas, específicamente durante la infancia y la adolescencia. A medida que realizo más valoraciones y estudios, reitero la afirmación de que la educación en la adolescencia es esencial cuando se trata de invertir en la salud y prevenir problemas futuros como la obesidad”.

La familia como agente clave para el cambio hacia la salud

Un contexto donde el entorno y la familia se vuelven agentes claves para el cambio hacia la salud. «El respaldo familiar resulta prácticamente indispensable, ya que puedes enseñar a una persona cómo distribuir los carbohidratos, cómo incorporar verduras y cómo integrar el ejercicio en su vida diaria. Sin embargo, si esa persona se encuentra encargada de preparar la comida para una familia numerosa, enfrenta restricciones financieras o no tiene el control sobre las decisiones alimenticias en su hogar, la situación se complica significativamente”.

Además, como argumenta la colegiada, resulta crucial adaptar las herramientas de salud a las necesidades actuales de las personas. “Al iniciar el programa, establecí como objetivos la pérdida de peso, algo que con el tiempo evidencié que se convertía en frustrante y desmotivador. Por ello, transité hacia un segundo objetivo: capacitar a las personas para que adquieran hábitos saludables y disfruten de una vida plena. Una vez que poseen ese conocimiento, animo a los pacientes a tomar sus propias decisiones desde el empoderamiento y la sabiduría adquirida”.

Un mensaje para los objetivos de pérdida de peso

Por último, Inmaculada lanza un mensaje a todos aquellos que se plantean objetivos de pérdida de peso para el nuevo año. «Para lograrlo, nuestra experiencia nos indica que establecer objetivos a largo plazo resulta poco práctico; en cambio, es mucho más funcional y efectivo fijarnos pequeñas metas a corto plazo. Estos objetivos deben ser cambios motivadores, realistas y accesibles. Paso a paso, día a día, con paciencia y dedicación, solo así conseguimos mantener y potenciar la motivación necesaria para alcanzar los resultados deseados y obtener el bienestar que merecemos”.

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